Los feminicidios en Centroamérica superan ya los 100 por cada 100 mil habitantes, lo que pone de manifiesto que estos niveles de homicidios de mujeres en la región están alcanzando categoría de epidemia.
Aunque hasta hace una década Guatemala presentaba el nivel más alto de homicidios de mujeres de toda la región, las cifras se duplicaron alarmantemente en los países de la región después en la segunda década del siglo XXI.
Apenas en tres países de la región se superaron los dos mil feminicidios, frente a los 1.006 identificados en la región en hace sólo unos años. Preocupa el exponencial y constante incremento en los países de la región, en donde las ciudades más importantes han tenido que ser etiquetadas con una alerta de género para acentuar el compromiso de los gobiernos locales con la prevención y la atención de este terrible fenómeno social.
En países como México, Guatemala, Honduras, El Salvador y, en menor medida, Costa Rica, este fenómeno se ha consolidado como una de las prioridades en materia de seguridad pública, como situación a ser atendida y erradicada mediante estrategias de proximidad social, educación y atención a la pobreza mientras que, por su parte, Nicaragua y Panamá presentan tasas oscilantes que se sitúan entre el 2 y el 4 por ciento de los asesinatos.
El desarrollo de estrategias multidisciplinarias para la atención urgente de este creciente padecimiento social requiere compromiso y no solo voluntad política, los protocolos de actuación intrarregionales pueden ser determinantes para erradicar eficientemente la cadena de violencia de género que se vive en la región.
Desde México hasta Ecuador, la violencia sexual e intrafamiliar son la principal causa de desplazamiento forzado, lo que alimenta las redes de trata de personas.
El incremento constante en los casos de desaparición de mujeres y niñas en México, Guatemala y Costa Rica, posiciona a estos países al frente del mercado regional de explotación y trata de personas, por lo que urge la homologación de leyes y procedimientos para atender, sancionar y erradicar estas prácticas.
Los flujos migratorios hacia los Estados Unidos vía México, acentúan la vulnerabilidad de las mujeres, que huyendo de un ciclo de violencia en sus países de origen salen a buscar el sueño americano, para encontrar una atroz pesadilla.
Visibilizar el problema de la violencia de género y el incremento en los feminicidios ayudará a que se fortalezca la cultura de la denuncia, la investigación y la adecuada sanción; pero las estrategias conjuntas entre los países de la región centroamericana serán fundamentales para reducir la incidencia y expansión del crimen organizado transnacional.